Vuelta a Hong Kong

Desde que visité Hong Kong por primera vez hace ya dos años, me quedé enamorado. Es una ciudad que no acaba de ser totalmente asiática, ni tampoco occidental y al mismo tiempo es ambas cosas. Una ciudad llena de historia pero renovándose sin parar siempre con la vista puesta en el futuro. Una de las cosas que más me atraen es justamente eso, el contraste entre esos rincones destartalados que parecen perdidos en el tiempo en contraposición a los relucientes y futurísticos rascacielos. 

Y si hay algo de lo que Hong Kong anda sobrada es de rascacielos, es la ciudad que más tiene del mundo y en mi humilde opinión su skyline tanto desde el victory peak como desde la orilla de Kowloon, es el más impresionante y bonito que hay.

Además seguramente se trate de la ciudad más internacional de toda Asia, donde encuentras cantidad de inmigrantes de los países del sudéste asiático, pero también americanos, europeos, africanos, árabes,... quizás no llegue a los extremos de Nueva York, ya que sigue teniendo una fuerte herencia china, pero el legado británico aún persiste y sin duda es una ciudad marcada por la multiculturalidad. 

Lo único que quizás me echa un poco para atrás de HK es su clima, un clima tremendamente húmedo durante todo el año. En esta última visita la temperatura era de 30ºC, que no es tanto la verdad, pero combinado con el alto grado de humedad y con el hecho de que no me llevé pantalones cortos ni chancletas, significaba estar continuamente sudando. No es de extrañar entonces la enorme cantidad de centros comerciales que hay, literalmente uno en cada esquina y que permiten darse un respiro y disfrutar de una dosis de aire acondicionado.

Algo que se aprende rápidamente en Hong Kong es a no pisar los charcos y os preguntaréis ¿qué sentido tiene esto? pues bien como os decía toda la ciudad esta repleta de aparatos de aire acondicionado, se pueden ver fachadas enteras sepultadas tras cientos de estos aparatos los cuales van goteando continuamente, así que cuando ves un charco, significa que hay una "gotera" encima y es mejor bordearlo, cosa que acabas haciéndo de forma instintiva para no mojarte la cabeza o la cámara.

Estuve por muchos de los lugares que ya había visitado, como el Victoria Peak al que quería ir durante el atardecer y aproveché para ver otras zonas que no conocía como el barrio de Wan Chai el cual me encantó y os recomiendo que no os perdáis si váis a HK.

Pero en general esta vez no tenía ningún plan, no me preocupaba ir a ver nada en concreto, la verdad es que fui a perderme por sus calles acompañado de mi cámara, simplemente a disfrutar ¡y tanto si disfruté! Hong Kong es una ciudad fascinante, que te bombardea los sentidos, que te estimula, un paraíso para cualquier fotógrafo. 








Fue la guinda de un viaje ya de por si genial y del que no podría haber pedido nada más. No pude borrar la sonrisa durante todo el vuelo de vuelta a Barcelona, mientras pensaba que ojalá todos los viajes de trabajo fueran así.