Cómo resumir lo que han sido estas últimas semanas en Myanmar, cómo expresar todas las experiencias, los parajes, las sonrisas, que a pesar de ser tan recientes, poco a poco van asentándose en lo profundo de la memoria para convertirse en recuerdos cada vez más lejanos.
Myanmar, conocida anteriormente como Birmania, es probablemente el lugar más fascinante y singular en el que hayamos estado, no en vano se dice que es distinto a todo lo demás. Un lugar en que los hombres visten faldas, las ancianas fuman enormes puros, los barqueros reman con los pies, las mujeres y niños decoran sus caras con polvo de madera de sándalo, los gatos estan amaestrados, los monjes se reencarnana en pitones, donde hay jardines flotantes, donde un pelo es capaz de sujetar una roca y todo y que se conduce por la derecha la mayoria de vehículos tienen el volante a la derecha.
Pero antes de hablar de las maravillas de Myanmar, sería una irresponsabilidad no hablar de la situación que esta viviendo actualmente el país gobernado por una dictadura militar que no respeta los derechos humanos y sume a su población en la misería gastando el presupuesto nacional en fines militares y armamentísticos.
Para entender la situación actual hay que remontarse almenos hasta 1962, tras la ocupación británica y la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército de aspiraciones comunistas tomó el control del país tras un golpe de estado. Las iniciativas del gobierno fueron tan nefastas que en 1988, la población encabezada por los monjes se manifesto a favor de un cambio político y la retirada del General Ne Win. El ejército reprimió fuertemente las manifestaciones con un balance de unos tres mil muertos, todo y que finalmente Ne Win acabo retirándose.
La oposición al régimen militar se organizó alrededor del partido de la Liga Nacional por la Democracia, NLD, co-fundado por Anug San Suu Kyi, quien únicamente por manifestarse de forma pacífica a favor de la libertad, fue condenada a arresto domiciliario.
Fue en 1989 cuando se celebraron las últimas elecciones democráticas que dieron como ganador al partido NLD por más del 80% de los votos, pero como es sabido el ejército no acató los resultados y asesinó y encarceló a muchos de los miembros del NLD. Desde entonces Myanmar no a conocido la democracia ni la libertad de expresión, se han realizado acciones en contra de minorias étnicas y se ha utilizado mano de obra forzada para construir infrastructuras y reparar puntos de interés turístico, mientras la población se sume en la pobreza y una pequeña elite vive con todos los lujos tras los muros de sus grandes mansiones protegidas por alambre de espino. La comunidad internacional aisló al país e impuso sanciones, pero mientras China e India, entre otros, sigan apoyando o haciendo negocios con Myanmar, los generales no tendrán motivos para cambiar.
Aung San Suu Kyi "La Dama" fue galardonada con el premio Nobel de la paz en 1991 y a permanecido bajo arresto domiciliario 14 de los últimos 20 años. En los últimos meses la situación parece estar cambiando, aunque no necesariamente a mejor. El régimen militar a prometido celebrar elecciones democráticas en 2010 y elaborar una nueva constitución. Una delegación norteamericana se reunió a finales de 2009 con el general Than Shwe y posteriormente con la dama para acercar posiciones para una posible solución. Sin embargo aún no se sabe cuando serán esas elecciones ni en qué terminos, tampoco parece probable que Aung San Suu Kyi vaya a ser liberada y todo parece indicar que es tan solo otra maniobra para perpetuar al régimen en el poder.
Hay muchas voces que claman por el aislamiento total del país y porque no se viaje a él. Nosotros decidimos viajar y conocerlo por nosotros mismos, sin embargo hay que ser consciente de la situación y plantear si vale la pena o no visitarlo. No se puede ir a Myanmar sin dar dinero al gobierno, como mínimo el visado, el impuesto de salida y parte de las entradas a templos y ruinas, pero por otra parte, invirtiendo la mayoría de los gastos en empresas privadas, uno tiene la oportunidad de ayudar directamente a una población muy empobrecida y sin opciones de salir adelante por otros medios. Es por eso que aconsejamos que si queréis viajar a Myanmar, no lo hagais bajo ningún concepto en un viaje organizado e intenteis minimizar el dinero que dais a empresas gubernamentales lo máximo posible. Esto implica no coger trenes, ni barcos, ni ir a hoteles de lujo controlados por el gobierno, comer en restaurantes en los que se cobra un 10% de VAT o visitar ciertos monumentos como el palacio de Mandalay, construido por birmanos forzados a trabajar. La realidad que hemos conocido sin embargo es que hay muchos, muchísimos turistas en el país: chinos, japoneses, americanos, franceses y una sorprendente cantidad de españoles, más de los que habríamos podido imaginar, y la mayor parte de ellos viajan en viajes organizados y no tiene reparos en dar su dinero al gobierno o quizas no son conscientes de ello. No queremos apuntar a nadie con el dedo, ni estamos en posición de hacerlo, pero desde aquí, queremos instar a cualquiera que lea el blog a que se informe de la situación del país, especialmente si quiere viajar a él.
En internet encontrareis cantidad de información sobre Aung San Suu Kyi y sobre los movimientos de Free Burma.
Tras este inciso que esperamos no os haya asustado, o aburrido, permitir que os mostremos un atisbo de lo que ha sido nuestro viaje por esta antiguamente conocida como Tierra Dorada, un nombre bien merecido, no por la desmesurada cantidad de estupas doradas esparcidas por toda su geografía, ni por el abrasador sol que baña todo el país, sino por su tesoro más preciado, su gente. Esperamos poder transmitiros almenos una pequeña parte de la belleza de este país y del gran afecto que les hemos cogido, tal vez así no penséis solo en visitarlo algún día si no en adheriros a la causa a favor de su libertad.
La primera impresión de Yangón es chocante, enormes edificios y casas de lujo abandonadas e invadidas por la vegetación, aceras derruidas, con grietas y enormes agujeros, verjas y alambres de espino por doquier y un bullicio y una cantidad de gente por todas partes que por un momento sentimos que estabamos en la India, y no solo porque el taxi nos dejara en el barrio indio!
Hay que puntualizar que durante el día la vida es frenética, pero durante la noche, no se escucha ni un alma debido a la falta de electricidad. La mayoría de restaurantes, tiendas y hoteles funcionan con ruidosos generadores eléctricos, pero todo y eso se sufren apagones continuamente y las calles son tan oscuras que hay que ir con linterna para no caerse en un agujero o pisar a una rata. Por muy desesperada que sea la situación, Yangón es un lugar que merece la pena visitar, nada más salir a la calle uno se ve rodeado de sonrisas y saludos continuos, que hacen olvidar el aparente entorno hostil y crean una cálida atmósfera como si se estuviera en un pequeño pueblo del campo y no en una gran ciudad en decadencia.
Pero hay una luz que nunca se apaga, un lugar que no cae ni nunca caerá en decadencia, la omnipresente y enorme estupa recubierta de laminas de oro que se puede ver practicamente desde cualquier punto de la ciudad y que marca el punto más sagrado y venerado del país. A pesar de que estaba parcialmente tapada debido a la restauracion anual durante la época seca, caminar por los blancos suelos de marmol rodeando la imponente Shwedagon Paya, con sus cientos de agujas alzandose a su alrededor, con las campanillas tintineando mecidas por el viento, los fieles arrodillados, el incienso y los canticos resonando al atardecer, fue una experiencia mágica e innolvidable y un sueño hecho realidad que sinceramente nunca habríamos esperado llegar a cumplir.
Nos os olvidéis de visitar el blog mañana para leer la segunda parte!