Sapa es una remota zona al norte de Vietnam rodeada por enormes montañas a la sombra del Fansipán, el pico más alto del país y a escasos kilómetros de la frontera China. Es una zona montañosa y húmeda, famosa por sus terrazas de arrozales así como por los pueblos de minorías étnicas, principalmente los Black Hmong, con sus trajes índigo que les tiñen las manos y los Dzao con sus llamativos tocados color rojo.
Es un lugar precioso que vale la pena recorrer a pie y con tranquilidad para contemplar los extensos campos de arroz que van recortando las montañas y creando extraños dibujos de porciones de cielo reflejado. Todo y no ser la mejor época para verlos, puesto que ni estaban muy verdes, ni tampoco totalmente inundados, fue precioso. Vale la pena realizar los trekkings guiados por gente de las propias aldeas.
Sapa fue un antiguo puerto de montaña francés que se ha convertido en un importante centro turístico bien comunicado y con gran cantidad de hoteles y restaurantes. Desde el primer momento uno nota que se trata de un lugar sobrexplotado, en el que el turismo a tenido un gran impacto sobre la vida rural. La primera pista te la da el hecho de ver decenas de mujeres y niñas de las aldeas amontonandose a las puertas de los hoteles para acompañar a los extranjeros durante los trekkings y así intentar venderles artesanía y postales.
Se tiene la sensación de ser un billete andante, algo que ya hemos sentido en otros sitios muy turísticos, pero Sapa ha sido uno de los más agobiantes. Una tarde estabamos paseando por el pueblo y tuvimos la feliz idea de sentarnos un rato en la plaza principal, pero en menos de 20 minuto llegaron a abordarnos unas 20-30 mujeres que se iban sucediendo unas a otras para vendernos de todo. La única salida es ser educado y sobretodo tomárselo con humor. Es una situación triste porque se trata de gente que vive de forma muy precaria y a la que unos pocos dólares suponen una gran ayuda, ya que todo el arroz que cosechan es para consumo própio, cada montaña llena de campos de arroz abastece a tan solo dos o tres familias y su única fuente de ingresos real es el turismo. Por otra parte comprando a los niños más monos o las mujeres más insistentes también se incentiva y perpetúa este tipo de relación entre los locales y los turistas.
Sea como fuera, el turismo esta cambiando su tradicional modo de vida. Las chicas más jovenes llevan camisetas de marca bajo sus ropas tradicionales, han dejado las sandálias por zapatillas de deporte e incluso muchas tienen teléfono móvil, pero sobretodo es el modo de vida occidental lo choca con sus valores y tradiciones.
Nos partió el alma conocer la historia de nuestra guía, quien además de ser una de las tres únicas personas de su aldea que ha estudiado secundaria, es la única que con 19 años aún no se ha casado. Lo más triste es que un chico ya la ha elegido como esposa, un chico que a ella no le gusta lo más mínimo, pero con el que sus padres la obligan a casarse. Nos explicó que la presión de su familia y su pueblo es muy fuerte y que ella quiere trabajar, estudiar y casarse con alguien a quien quiera, pero que en menos de 3 meses tendrá que casarse y dedicarse a sus hijos y su casa. Además nos explicó que ella era muy católica y que no creía en el divorcio, por lo que su matrimonio sería para toda la vida. Una historia triste, pero al mismo tiempo, por la que han pasado también sus padres y el resto de la aldea que la esta presionando. Al fin y al cabo es una de las pocas personas que tiene un trabajo estable como guía y unos ingresos fuera de la aldea, en definitiva será ella quien decida qué hacer, nosotros no supimos darle una solución, si es que la hay.
Su historia nos permitió conocer la otra cara que se esconde detrás de estos pueblos tan bonitos y con una cultura tan llamativa para los turistas, con sus vistosos trajes tradicionales, sus elaborados peinados y sus tradiciones ancestrales que al mismo tiempo encierran un modo de vida anclado en el pasado y ajeno al progreso que tantas lágrimas y sangre han costado a occidente.
Pero Sapa quedará en nuestra memoria como uno de los lugares más bonitos de Vietnam y en el que conocimos a gente maravillosa, que a pesar de vivir en la otra punta del mundo y llevar un estilo de vida tan distinto, no eran tan diferentes a nosotros.