A medida que pasa el tiempo inevitablemente se irá cumpliendo 1 año desde que visitáramos cada uno de los lugares del viaje. En este caso hace apenas unos días se cumplió el primer aniversario de nuestra visita al Tíbet así que queremos aprovechar para recordar nuestras experiencia por aquel maravilloso lugar.
De aquellos seis meses de viaje el sitio que más nos impactó, el que podríamos decir que más nos gustó, fue el Tíbet. Llegar hasta allí, todo y las facilidades actuales, sigue siendo un logro en si mismo, pero además allí descubrimos los paisajes más impresionantes, una cultura fascinante y las gentes más calidas y bondadosas.
Tras 50 años de ocupación china han vivido la guerra, la pobreza, la persecución de su cultura, la destrucción y saqueo de miles de templos y tesoros nacionales, matanzas y hoy en día la falta de libertad camuflada bajo el progreso.
Desde que el gobierno chino se dió cuenta de que los bienes culturales, los templos y los monasterios podían ser una importante fuente de ingresos se puso manos a la obra para reconstruir muchos de los lugares que ellos mismo habían destruido y estableció planes para preservar la cultura tibetana tradicional. También ha realizado inversiones millonarias para la construcción de carreteras, embalses, puentes, escuelas, hospitales y una de las más importantes, el tren del cielo, el tren construido a más altura del mundo y que une Lhasa con el resto de China. Esto ha hecho mejorar mucho el nivel de vida de los tibetanos, también ha generado muchos puestos de trabajo para chinos de las zonas del interior que ahora tienen una oportunidad de salir adelante. Pero la opresión del pueblo tibetano es incuestionable, es una situación realmente triste y difícil que ya percibimos incluso antes de llegar cuando hacíamos cola para coger el tren y vimos a un grupo de tibetanos con sus bartulos que llevaba todo el día haciendo cola pero que en el momento de pasar el control fueron gritados y empujados por la policía y obligados a pasar los últimos después de todos los chinos y extranjeros.
Una vez en Lhasa nos encontramos con pelotones armados formando en las esquinas de las calles, francotiradores y soldados con ametralladoras apostados en lo alto de los edificios del mercado Barkhor. Una de las imágenes más significativas fue la de un grupo de soldados desfilando con paso firme y en línea recta a través de los peregrinos que hacían postraciones delante del templo Jokhang y que tuvieron que apartarse apresuradamente para no ser pisoteados.
Pero probablemente lo peor es lo que no se ve, el control que establecen los chinos en todos los aspectos de la vida y en los organismos de poder e influencia, desde las las trabas para la ordenación de nuevos monjes, hasta el nombramiento desde Pekín del nuevo Panchen Lama, la segunda figura espiritual más importante del Tíbet. Por no hablar del Dalai Lama y su gobierno que sigue en el exilio sin posibilidades de volver a su hogar e incluso considerados como terroristas.
Tres soldados chinos en una azotea: el primero duerme, el segundo juega con el móvil y el tercero hace fotos con su cámara digital.
Soldados marchando a través de los devotos.
Antes de ir a China íbamos con la idea de que los chinos eran los malos de la película, pero todo y que como decímos, la situación de los tibetanos es muy triste, el chino medio ve el Tíbet como una oportunidad de negocio, de generar riqueza y puestos de trabajo en un país con una tasa de pobreza enorme. El Tíbet tiene una superficie casi tres veces mayor que la de España y con unos recursos naturales excepcionales, no es de extrañar que el gobierno chino no quiera desprenderse de él bajo ningún concepto, pero la inversión que estan haciendo para traer el progreso y mejorar la calidad de vida de su gente también es innegable. A decir verdad esa es la inteción del gobierno al permitir el turismo en esa zona, para que cuando los extranjeros vean todo lo que esta progresando el Tíbet cambien su idea sobre la ocupación china como algo malo, sin embargo nosotros somos del parecer de que hay lugares que valdría la pena conservar, no todos los lugares del mundo han de progresar hacia las ciudades modernas, hay culturas y modos de vida tradicionales que es necesario preservar, por muy conveniente que sea encontrar hoteles, supermercados, cibercafés y karaokes en el tíbet, quizás haya otras formas de progreso, pero en definitiva son los tibetanos quienes deberían tener la oportunidad de decidir sobre su propio futuro.
Al fin y al cabo las cosas no son blanco o negro, y lo mejor para tener una opinión sobre el tema es ir allí y conocerlo de primera mano, desde luego para nosotros fue una experiencia inolvidable el haber podido vislumbrar los picos del Himalaya, los lagos sagrados de agua turquesa, las banderas multicolor con oraciones ondeando al viento, a los peregrinos postrándose a cada paso a lo largo de kilómetros y kilómetros, el Palacio Potala, los cánticos de los monjes en la penumbra del monasterio de Pelkor, los cientos de molinillos de oración girando sin cesar y sobretodo su gente, con sus rostros quemados por el sol, los pelos enmarañados, sus coloridos ropajes y sus manos trabajadoras, pero siempre con sonrisa sincera.
Por último dar las gracias a todos los que nos votaron para los premios Bitácoras. Memorias de Oriente quedó en el puesto 32 de mejor blog de viajes, puesto 26 como mejor fotoblog y puesto 23 entre los mejores videoblog llegando a estar clasificados por quedar entre los 25 primeros! Vamos actualizando lentamente pero tenemos muchas sorpresas que mostraremos dentro de muy poquito!