A principios del s. XX, la actual capital del Reino de Camboya era conocida como la Perla de Asia. Y es que el colonialismo francés había convertido un pequeño pueblo ribereño en una gran ciudad con escuelas, hoteles, edificios de cemento, tren e incluso un aeropuerto. Phnom Penh crecía a pasos agigantados estableciéndose como una referencia de la modernidad en el sudeste asiático. Las grandes mansiones coloniales y el edificio del mercado central de estilo modernista son solo algunas pruebas de ello. Este progreso también se estaba reflejando en una nueva generación de camboyanos educados e influenciados por la cultura occidental, que resultó en una incipiente industria cinematográfica y una importante escena musical, especialmente durante los años 60s y 70s, que mezclaba los estilos tradicionales Khmer con el Rock americano, cabe destacar a Sinn Sisamouth y Ros Sereysothea, famosas estrellas del rock durante la época.
Pero si Camboya había experimentado un desarrollo y un progreso sorprendente, su caída fue una de las más trágicas y desgarradoras del siglo.
Un grupo de jóvenes que habían viajado a París a estudiar, influídos por los intelectuales franceses de ideas comunistas y marxistas, empezaron a formar lo que más tarde se conocería como los Khmer Rouge (Jemeres rojos), entre aquellos estudiantes estaba su futuro líder, el infame Pol Pot. A su vuelta a Camboya empezaron una campaña de propaganda por todo el país, aglutinando a todos los simpatizantes del comunismo y el anticolonialismo. En medio de la querra de Vietnam, Estados Unidos invadió y bombardeó fuertemente Camboya en busca del Viet Cong. Se dice que dichos bombardeos fueron uno de los motivos que llevaron a gran parte de la población a decantarse por los Jemeres Rojos, quienes finalmente con el apoyo de Vietnam y China, consiguieron tomar Phnom Penh y hacerse con el poder del país en 1975.
Los Jemer Rojos, cuyos líderes habían estudiado en París, muchos de ellos con carreras universitarias y doctorados, dejaron de lado el comunismo vietnamita y crearon su propia doctrina, combinando las ideas maoístas, que consideraban al campesinado como la verdadera clase trabajadora, con el anti-colonialismo y el anti-intelectualismo para eliminar cualquier atisbo de modernidad y convertir al país en una comunidad agraria. Vaciaron las ciudades y obligaron a toda la población a trabajar en granjas colectivas o en campos de trabajos forzados. Perseguían, interrogaban, torturaban y asesinaban a cualquiera que tuviera algo que ver con el capitalismo o con el colonialismo, conocer una lengua extrajera o haber estudiado eran motivos suficientes para ser arrestado. Se calcula que más de 1.5 millones de personas murieron desde 1975 hasta 1979, cuando las tropas vietnamitas expulsaron al Régimen del Khmer Rouge del poder y destaparon uno de los mayores genocidios de la historia moderna. Más de la quinta parte de la población total del país había muerto y tras liberar a los supervivientes de las cárceles y los campos de trabajo, con las infraestructuras y el sistema de mercados destruidos, se sufrieron devastadoras hambrumas y epidemias a lo largo del país.
En la misma Phnom Phen puede visitarse el Museo Tuol Sleng, un antiguo colegio de primaria e instituto convertido en prisión y campo de tortura por los Jemeres Rojos y que hoy en día queda como testimonio de las barbaridades que allí acontecieron. Es un lugar verdaderamente escalofriante, en el que desde el primer momento uno tiene la sensación de que allí han pasado cosas horribles, desde los suelos ajedrezados, la pintura de las paredes craquelada, los catres oxidados en los que estaban atadas las víctimas, todo parece haber sido concebido para crear la atmósfera más angustiosa e incómoda posible, como si del escenario de una película de terror se tratase, además todo el recinto este lleno de carteles de "no reír" y "mantener silencio".
En las afueras de la ciudad se encuentran los campos de la muerte de Choeung Ek, donde fueron ejecutadas brutalmente más de 17.000 personas y enterradas en fosas comunes. Actualmente hay una gran stupa que contiene algunas de las calaveras y las ropas de las víctimas, un monumeto que sirve para honrar y recordar a las personas que allí murieron. Todo y que muchas de las fosas comunes estan delimitadas para no pasar sobre ellas, en muchos de los caminos aún van apareciendo huesos humanos y restos de ropa a medida que se camina. No es un lugar agradable, pero es una visita ineludible para conocer la triste historia reciente de Camboya, y tan solo conociéndola, se puede evitar olvidarla.
Actualmente Phnom Penh es una ciudad de contrastes, por su terrible historia y por las imágenes de pobreza que guarda en algunos de sus rincones, pero al mismo tiempo es una ciudad que esta recobrando su brillo, con grandes avenidas, hoteles, restaurantes, centros comerciales, sus templos, el Museo Nacional y el Palacio Real, dan la impresión de una ciudad moderna, segura y agradable. Una ciudad y un país que mira hacia delante en busca de un futuro más prometedor.
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