Sobreviviendo al diluvio universal

Hoy ha sido mi tercer día en Bangkok, los dos primeros fueron una pasada, me reencontré con todos los lugares que tanto recordaba e hice fotos hasta caer agotado. Pero el calor estaba siendo agobiante así que para hoy había decidido pasarme por la zona moderna, con todos los centros comerciales, restaurantes y tiendas y pasar el día tranquilo y sobretodo fresquito, que un poco de aire acondicionado no me iría mal.

Después de desayunar me he puesto en marcha hacia la zona de Siam. Había decidido ir andando ya que no tenía prisa y así vería algunas partes de la ciudad que me quedaban por ver, pero después de 20 minutos caminando, estando a mitad de camino, ha empezado llover muy fuerte, y aunque he intentado seguir, me estaba quedando empapado así que he desistido y he acabado yendo en taxi.

Casualmente al llegar allí ha parado y ha salido el sol, con lo que he podido pasear por los alrededores y hacer unas cuantas fotos. Mi experiencia con el monzón estos tres días había sido la de una lluvia muy fuerte que duraba unos 20 minutos, como mucho una hora y luego volvía el calor como si nada, pero por la tarde la cosa ha cambiado.

Después de comer y vaguear un poco  me he dirigido hacia el edificio más alto de Tailandia, la Torre Baiyoke II, que no había visto aún y el cual dispone de un mirador con unas vistas inigualables de la ciudad.

Al llegar me ha decepcionado mucho, debe ser el rascacielos más feo que he visto en mi vida y desde luego el primero que veo con publicidad pintada en la fachada. Todos los alrededores están plagados de mercadillos muy cutres y destartalados con un ambiente bastante degradado y al llegar me encuentro con que las cuatro primeras plantas son también de mercadillos, pero no os imaginéis puestos de artesanía o souvenirs, sino en plan todo a 100 con ropa que sacan de ves a saber donde. Aquello era mucho más cercano a la Chunking House que al Empire State Building. 

El cielo se estaba nublando por momentos así que antes de ir al observatorio del hotel y pagar la pertinente entrada he cogido uno de los ascensores del mercadillo y he subido hasta la planta 15 que era la máxima a la que se podía ir. Al salir del ascensor me he encontrado con que era un parking, también de lo más feo y cutre, pero con ventanas abiertas a la ciudad y con unas vistas bastante impresionantes, así que he plantado el trípode para hacer un par de fotos y en un abrir y cerrar de ojos se ha puesto el cielo negrísimo y olas de lluvia han empezado a azotar literalmente la ciudad. Creo que nunca había visto llover tan fuerte y con tanta violencia.

He bajado lo más rápido posible pero en la entrada ya había una multitud agolpándose para resguardarse de la lluvia y las calles eran un caos de taxis y tuk tuks. Al principio lo he tomado con filosofía para ver si paraba, pero después de esperar una hora, me he puesto el chubasquero, he cogido el paraguas y he empezado a caminar buscando un medio para volver al hotel. Ha sido bastante divertido caminar por la calle diluviando, con el agua negra llegando a los tobillos, con las chancletas y con las luces de neón y los rascacielos a mi alrededor. Al final después de un buen rato deambulando y sin encontrar un solo taxi o tuk tuk que quisiera llevarme a khaosan (que esta en la otra punta de la ciudad) me he ido a cenar y he esperado otra hora más. 

Al salir aún llovía sin parar pero he conseguido convencer a un tuk tuk para que me llevara, eso si pagando más del doble de lo que sería normal.

Cuando he llegado al hotel estaba chorreando y agotado, pero me ha encantado ver esta otra cara de la ciudad que no había conocido y los vídeos desde el tuk tuk surcando Bangkok a toda velocidad, lloviendo y de noche, me han encantado :)

Por supuesto a sido llegar al hotel y dejar de llover!