Hace mucho tiempo que quería empezar una nueva sección en la que compartir anécdotas e historias varias que han ido surgiendo en mis viajes. Normalmente son momentos de estrés, imprevistos, problemas o incidentes, casi todos generados por mis despistes, inconsciencia o simple y llana estupidez, pero que espero sirvan para daros una imagen más real y personal de lo que supone viajar y al mismo tiempo que sirva para quitaros un poco el miedo y veáis que los problemas siempre se acaban solucionando, además por ahora sigo vivo y viajando, así que tan mal no me ha ido!
Bueno, aprovecho que nos habíamos quedado en Corea para explicaros uno de los momentos más estresantes que vivi en este viaje.
Estaba yo en Kuala Lumpur, disfrutando de mis últimos días en la ciudad mientras me preparaba para mi nuevo destino, Corea. Investigando, llegué a la cuestión del visado y en todas partes ponía que los españoles tienen 90 días de estancia en el país sin necesidad de visado previo, también leí algo de que podían pedir la salida del país al llegar, pero como yo iba a salir en ferry desde el sur, no podía mostrar ningún vuelo, además había oído lo mismo de otros países y nunca me habían pedido nada.
Total tenía el vuelo a Seúl a las 23:00 h y con el check-out del hotel a las 12 del mediodía, tenía demasiadas horas por delante. El calor aún causaba estragos y no tenía ningunas ganas de sudar toda la ropa y después tener que llevarla en el avión toda la noche así que por la mañana di mi último paseo por chinatown haciendo fotos y a base de irme animando acabé en little India, momento en el que cogí el tren y me fui a la zona de centros comerciales para comer y mantenerme fresquito hasta la tarde. Hice alguna compra y me corté el pelo, después volví al hotel y estuve escribiendo una entrada del blog. Se hicieron las 18:30, tenía tiempo de sobra pero decidí ir tirando hacia el aeropuerto. Camino hasta la estación, cojo el tren a Sentral Station y allí compro el billete al aeorpuerto, pero sorpresa Air Asia sale desde otro aeropuerto más pequeño, no hay problema, otro tren y después conexión en autobús, todo muy fácil pero tremendamente lento.
Total que llego a las 9:30 al aeropuerto, voy con calma al mostrador de Air Asia donde me atiende una chica joven bastante mona que parece tailandesa y me pregunta que si tengo el vuelo de vuelta. Le explico lo de mi ruta y que acabaré en Busan desde donde cruzaré en ferry a la ciudad japonesa de Fukuoka, a lo que me contesta que vaya a comprar un vuelo ahora mismo o que no subo al avión! me quedo con cara de incrédulo durante unos segundos mientras me doy cuenta de mi error. La intento convencer pero pronto veo que es inútil. Cual es el problema? el aeropuerto es minúsculo, todas las compañias de avión estaban cerrando, solo Air Asia permanecía abierta vendiendo vuelos y la única opción era comprar un vuelo de vuelta Seúl-Kuala Lumpur y encima por 300€. A maldadas significaba quedarme sin ver Japón o ir a Japón y perder 300€, ninguna de las dos opciones era atractiva pero al menos eran una solución. Decidí probar una tercera vía e ir a la zona de ordenadores para intentar comprar un vuelo más barato o un billete de ferry. En esos momentos los nervios se empezaron a apoderar de mi, los dedos no me respondían mientras tecleaba y abría mil páginas a la vez, por un momento tuve que detenerme, respirar hondo, pensar que a malas perdía el vuelo, volvía al hotel de Kuala Lumpur y me quedaba unos días más hasta encontrar una solución, no era el fin del mundo.
Finalmente y de rebote llegué a una página donde vendían billetes de ferry online, compré uno directamente sin siquiera convertir el precio de yenes a euros, recibí la confirmación del pago y respiré aliviado. Momento de imprimir: doy al botón, reconoce la impresora pero no pasa nada. Me acerco al mostrador del cibercafé pero la encargada esta atendiendo a una pareja y yo tengo que morderme la lengua para no subirme por las paredes. Pasan los minutos y cuando me atiende me dice que solo puede imprimir desde su ordenador, hiperventilo y voy a buscar la pagina de confirmación. Miro en mi email y no me han enviado nada, entro en la web otra vez y esta todo en japonés! Empiezo a sudar. Miro la hora y me doy cuenta de que ya están cerrando la venta de billetes de AirAsia y con ella mi esperanza de comprar un vuelo, pero el pago del ferry se que esta realizado, he recibido la confirmación en mi teléfono. Tras momentos de pánico consigo acceder de nuevo al link de confirmación pero no veo la manera de enviárselo por email: link, fichero de texto, imprimir pantalla, etc nada funciona cada email que le envío son minutos perdidos. La chica me insiste en que no está autorizada a dejarme acceder a su ordenador, pero después de unos minutos donde ya estoy temblando al ver que van a cerrar mi vuelo, la mujer se enternece y me acerca el teclado. En un santiamén entro en la web, abro la confirmación y lo imprimo. Casi le doy un beso!
Corro hacia el mostrador y con el corazón en un puño le entrego el papel de la confirmación del ferry. La chica se lo mira y dice: "que es esto? esto no sirve, necesito un vuelo."
Respiro hondo, intento contener los nervios y le enseño el papel otra vez, se lo leo, le explico que va de Busan a Hakata en Fukuoka y saco un mapa mostrándole donde están ambas ciudades, la chica me pone cara rara y sigue diciendo que no, después de unos minutos va a buscar a otro empleado de Air Asia quien finalmente se acerca, mira el papel y me dice que sí que sirve.
En ese momento no me lo podía creer. La chica me dice que no me vaya aún que necesita ir a hacer una fotocopia y cuando vuelve la veo saltando por encima de las cintas transportadoras de equipaje y corriendo con los tacones y la mini falda. Yo mismo me sorprendo al notar como de repente todo los nervios contenidos empiezan a salir y tengo que aguantarme para no soltar alguna lágrima. Cuando llega me da el papel y me sonríe, me dice que no pasa nada y que no llore! no voy a llorar mujer, pero casi. Me sonríe una vez más y me dice que ya puedo empezar a correr si quiero subir al avión.
Control, puesto de inmigración, otro control donde me interrogan y finalmente corriendo por la pista hasta alcanzar las escaleras, subir y desplomarme en mi asiento.
El avión está prácticamente vacío, miro a través de la estrecha ventanilla y contemplo la noche, suspiro, saco el libro que tengo en la mochila y leo su portada: Korea. Lo contemplo durante unos segundos y vuelvo a guardarlo, me abrocho el cinturón y pienso que espero que valga la pena, cierro los ojos y el avió despega.