Hida Takayama es una pequeña ciudad situada en la prefectura de Gifu, en los alpes japoneses. Apodada la pequeña Kyoto, es famosa por su atmosférico casco antiguo con pequeñas casas de madera del período Edo.
Sanmachi (literalmente tres calles) concentra la mayoría de casas tradicionales de la ciudad. En esta zona hay pequeños cafés, tiendas de artesanía y recuerdos, fábricas de sake y algunas casas de época reconvertidas en museos.
Vale la pena recorrer el circuito circular de Higashiyama que pasa a través de algunos templos y santuarios, así como por un antiguo cementerio que se extiende a lo largo de un bosque de cedros y desde el que hay unas bonitas vistas de la ciudad.
Takayama es conocida por sus ramen de miso y por la sabrosa carne de Hida, quizás no tan famosa como la carne de Kobe, pero considerada una de las mejores wagyu de Japón. Puede degustarse en prácticamente cualquier restaurante de la ciudad, ya sea como filete, hamburguesa, en donburi etc.
Una de las visitas que no hay que perderse es la de Hida-no-sato un pequeño pueblo/museo de casas tradicionales y granjas que por desgracia yo no pude visitar porque el día que tenía planeada la visita cayó el diluvio universal, por suerte venía de visitar Shirakawa-ko y no me supo tan mal pasarme la tarde en el osen del hotel disfrutando de las aguas termales.
Debo reconocer que Takayama me decepcionó un poco. No es que no fuera bonito, Sanmachi me encantó con las elegantes entradas de las casas tradicionales, de diseños geométricos y maderas oscuras, pero me pareció que el apodo de la pequeña Kyoto le quedaba un poco grande. Quizás fuera porque tenía muchas expectativas o porque venía de Kanazawa y Shirakawa-ko que ambas me habían encantado, o simplemente porque era diciembre y siendo temporada baja apenas había ambiente, pero a media tarde las calles se quedaban totalmente desiertas y la mayoría de restaurantes estaban cerrados.
Pero siendo justos supongo que el mal tiempo tuvo mucho que ver, hacía frío y llovió todos los días, con lo que con paraguas en mano no podía hacer fotos y tampoco me apetecía tanto pasear, incluso un día estuvo nevando y acabé con los pies empapados y congelados. Eso sí, agradecí los baños de aguas termales para pies que hay en algunas calles, perfectos para calentarse un poco.
Al fin y al cabo imagino que es eso es lo que atrapa a los turistas, el encanto de Takayama es el de un pueblo de montaña que sirve de base para explorar los alrededores y en el que se puede degustar buena comida, relajarse en los osen y acurrucarse por la tarde en algún lugar con encanto a ver la nieve caer a través de las ventanas.
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