Viaje a Irán 1a parte

Eran las 3 de la mañana y no conseguía conciliar el sueño, no estaba nervioso pero sí inquieto, una sensación de vertigo ante lo desconocido que es difícil de asimilar. Me preguntaba qué estaba haciendo allí, busqué consuelo en el exterior, pero tras la ventanilla tan solo había oscuridad, ningún pista de donde nos encontrábamos. Me recosté en el asiento del avión y cerré los ojos con la intención de dormir algo, pero en mi mente se repetía la misma pregunta: ¿por qué estoy viajando a Irán? No tenía respuesta, ni yo mismo lo sabía. 

Recuerdo estar en casa barajando lugares que llevaba tiempo queriendo visitar pero ninguno parecía lo suficiente estimulante, en mis últimos viajes a Asia me había sentido demasiado a gusto, como si se hubiese perdido un ingrediente esencial de la experiencia de viajar. Echaba de menos ese nerviosismo antes de coger el avión, esa sensación de no saber qué te vas a encontrar, un destino en el que te sientes totalmente extraño, en el que los colores, los olores, los sabores,... todo es nuevo y excitante, en definitiva tenía ganas de ampliar horizontes y de repente Irán se cruzó en mi mente. Nunca había estado en mi lista de destinos y no sabía nada del país, tampoco conocía a nadie que hubiese ido y ni siquiera sabía si se podía viajar como turista. 

Mi visita al Museo Nacional de Estambul en mi viaje a Turquía había despertado mi interés por la cultura persa, también recordaba vagamente un reportage que había visto hacía años, pero sin saber muy bien por qué, empecé a buscar información y a leer relatos de viajes sobre Irán y cuanto más buscaba más convencido estaba, así que antes de poder echarme atrás compré el billete, la guía, gestioné el tema del visado y dos semanas después ahí estaba, sentado en el avión rumbo a la República Islámica de Irán.

Como decía no estaba nervioso, sabía que era seguro viajar sino no lo habría hecho, pero a pesar de los argumentos que pudiera esgrimir ante familiares y amigos para calmar su preocupación, tampoco las tenía todas conmigo. Desde hace 30 años en Irán rige la ley islámica. Las excentricidades y los excesos del antiguo Shah, el golpe de estado orquestado por la CIA y la represión y las atrocidades que se vivieron después tuvieron mucho que ver con el cambio político, pero básicamente a final de los años 70 Irán pasó de ser una potencia internacional, progresista, moderna, abierta al mundo, definida por aquella famosa frase de "en Tehrán las faldas son más cortas que en París" a volver a la edad media, habían vuelto los latigazos, las ejecuciones públicas, las banderas negras y las mujeres eran obligadas a cubriese, los ayatollahs habían tomado el poder, Imán Khomeini se convertía en el  líder supremo que habla en nombre de Dios y el resto de iraníes estaba por debajo suyo.

¿Existe libertad de credo? a medias, se permite cualquier religión previa al profeta (judíos, cristianos, zoroastrinos,...) pero en cambio está prohibido cualquier culto a mesías posteriores a Mahoma, como por ejemplo los Bahais que son censurados y perseguidos. Pero en definitiva si no eres musulmán eres ciudadano de segunda y no tienes ninguna opción de llegar a nada en cargos públicos, ni militares, ni en muchas otros campos y no solo eso, sino que se supone que tienes libertad para ejercer tu culto en privado pero no en el espacio público donde rige la ley islámica. Esto significa por ejemplo que durante el Ramadán no puedes beber ni comer en público, que todas las mujeres deben llevar el hijab a riesgo de recibir latigazos si no lo hacen, la música está prohibida, también el baile, el alcohol, los bares, las discotecas, darse un beso o incluso la mano en públicos sin estar casados puede ser motivo suficiente para ser detenido,... para un occidental es mundo difícil de imaginar.

Esta situación a generado el tipo de noticias que nos suelen llegar a Europa, como la detención de periodistas,  el caso de un turista alemán condenado a muerte por haberse acostado con una mujer musulmana, unos adolescentes iraníes condenados a prisión y a latigazos por filmarse cantando la canción HAPPY y muchos otros. Pero esto no es todo, debido al embargo internacional un viaje a Irán implica muchas más cosas, como por ejemplo que las tarjetas de crédito no sirvan para nada con lo que has de llevar suficiente dinero en efectivo para todo el viaje, los teléfonos tampoco funcionan, la mayoría de páginas de internet están censuradas (léase portales de noticias internacionales, blogs, twitter, Facebook, tumblr, flickr,... curiosamente Instagram no lo está), por supuesto no hay cadenas de comida internacionales como Starbucks o McDonald's y si llevas cámara de fotos vigila donde apuntas porque si haces una foto a un edificio del gobierno o militar puedes acabar arrestado. Geográficamente Irán está en una zona complicada, haciendo frontera con Pakistán, Afganistán, Irak... son zonas de por si peligrosas que con el ISIS no han hecho más que empeorar. Además ¿os he comentado que el 90% del territorio Iraní está situado sobre fallas tectónicas y que es una de las zonas del mundo con más terremotos y más propensa a desastres naturales?

Mientras seguía inmerso en mis pensamientos, intentando anticipar lo que me podría encontrar al llegar a Tehrán a las 4 de la mañana, alguien me habló: "where are you from?" abrí los ojos y me volví hacia el chico que tenía al lado. Empezamos a hablar y al poco ya nos estábamos intercambiando números de teléfono e emails. Aún no había llegado y ya estaba experimentando la famosa hospitalidad iraní.

Nada más aterrizar me acompañó en los controles, me ayudó a gestionar el visado y estuvo conmigo hasta que encontré al taxista del hotel. Y la cosa no acaba ahí, dos días después quedamos de nuevo, me invitó a comer, me ayudó a ir a un mirador al que quería ir e incluso me enseñó su casa. ¿Y todo esto a cambio de que? de nada, ayudar por ayudar, porque la mayor preocupación de los iranies es conseguir cambiar la imagen tan distorsionada que se tiene del país y su mayor recompensa es un viajero que vuelva a su país cargado de buenas experiencias. Conmigo lo consiguieron.







La situación del país es muy complicada, el gobierno terrible, pero el país, su cultura y su gente son excepcionales y se que un viaje a Irán podría sonar a pesadilla para muchos pero si todo lo malo ya lo sabíais, permitidme que a partir de aquí intente convenceros de por qué Irán es un lugar fascinante, al que se puede viajar y que vale la pena conocer. 

Palacios revestidos de espejo, mezquitas multicolores, techos de geometrías imposibles, enormes cúpulas azules, puentes salidos de cuentos de las mil y una noches, ciudades fantasma, vestigios de antiguos imperios y ruinas milenarias, prados dorados, desiertos interminables, formaciones rocosas surrealistas, y sonrisa, muchas sonrisas. Después de todo lo que he vivido allí me siento en la obligación de intentar cambiar, aunque sea solo un poco, la idea que tenéis de Irán.