Después de unos días intensos en Taipei, volé a Manila donde viví un pequeño choque cultural y después de visitar los arrozales de Banaue en el norte era por fin momento de dirigirse al sur y ver algo de playa.
Después de un largo viaje nocturno desde Banaue, embutido en la esquina de la última fila del autobús, llegué sobre las 5 de la mañana a Manila. Me quedé en la estación un par de horas haciendo tiempo hasta que amaneciera para coger un taxi que me llevara al hotel. Al llegar el chico de recepción me dijo que tenía que esperar un par de horas para poder hacer el checkin. No había dormido en toda la noche, estaba agotado y necesitaba una ducha, además ya tenía muy vistos los alrededores así desayuné algo allí mismo y me quedé sentado en una butaca de la entrada. Al final acabaron siendo más de cuatro horas de espera.
Me duché y salí para visitar la zona de Makati con el consiguiente periplo de cruzar toda la ciudad en taxi, después no conseguir taxi para volver y demás, eso sí ¡aquella noche dormí como nunca!
Al día siguiente tuve que dejar el hotel a las 12 de la mañana, lo que significaba que tenía un largo día por delante hasta la salida del siguiente autobús por la noche. Hacía un calor infernal y lo último que me apetecía era terminar duchado en mi propio sudor sabiendo que tenía que pasar todo el día y toda la noche con la ropa que llevaba puesta. Paseé un poco por Ermita y Malate, pero acabé refugiándome en centros comerciales y incluso fui al cine para poder estar sentado un par de horas y con aire acondicionado.
Así pasé el día hasta coger el autobús. Acabé no cenando nada porque pensaba comprar cosas en los sitios que paráramos, pero en aquella ocasión solo pasamos por dos gasolineras y todo lo que vendían eran bolsas de patatas fritas y porquerías por el estilo. De nuevo no pude dormir en todo el trayecto, pero la señora que tenía al lado hizo que el viaje fuera más ameno explicándome cosas de su vida, enseñándome fotos de su familia y hablándome de la tiendecita que tenía en Legazpi con vistas a "su volcán".
Llegué a Legazpi con la salida del sol y en la estación cogí un jeepney hacia Donsol. El conductor fue tan majo que me dejó directamente en la oficina de turismo en la que se gestionan las salidas para bucear con los tiburones ballenas, así que nada más llegar me inscribí es uno de los botes para salir aquella mañana y fui directamente a buscar un hotel. No había ningún taxi por allí pero que una de las mujeres de la oficina me llevó en su moto al hotel al que quería ir. La habitación individual costaba 32€, bastante más de lo que tenía previsto pagar pero tenían un dormitorio que costaba unos 7€ así que pagué, me puse el bañador y me fui directo a la oficina de turismo. Al llegar una mujer me interceptó y me dijo que me habían estado buscando y que mi barco ya se había marchado. Decía que no había nadie más y que si quería salir yo solo, cosa que descarté por el precio desorbitado. A estas alturas debéis estar pensando que soy un tacaño pero lo que quizás no sepáis es que en Donsol no hay cajeros automáticos ni tampoco se puede pagar con tarjeta así que el dinero que llevaba desde que salí de Manila era todo lo que tenía hasta por lo menos 4-5 días y tenía que administrarlo.
Dicho esto, empecé a buscar gente por allí para intentar reunir un grupo para salir aquella misma mañana. Encontré dos chicas americanas, pero había que encontrar a una o dos personas más. Pasó media hora y la mujer se puso muy pesada con que pagáramos en ese momento, cosa que me hizo sospechar, así que decidí irme a desayunar primero. En el momento en que me servían el café se me acercó el hombre de la oficina de turismo y me dijo que íbamos a salir ya. Así que no se habían marchado, todo era una mentira de aquella mujer que trabajaba en otra compañía. En fin, a estas alturas y aún cayendo en este tipo de engaños...
Me bebí el café y subí al bote con un grupo filipinos, eran tres chicas, un chico y un hombre mayor, pero estos dos últimos no se metieron en el agua.
Nos adentramos en el mar hasta llegar a una zona en que habían 4 barcas más formando un gran círculo. Por lo visto se trata de acercarse a la zona donde se alimentan y una vez alguien ve una ballena saltar todos y nadar hacia ella para intentar verla. Desconozco si les explicaron algo a los demás sobre temas de seguridad o en qué consistía lo que habíamos contratado pero a mi nadie me dijo nada de nada.
Nos pusimos las gafas y las aletas y cuando nos lo indicó el guía saltamos del bote. Al caer todos empezamos a nadar lo más rápido que pudimos siguiéndole, pero las tres chicas eran un desastre y me daban codazos y patadas constantemente y apenas sabían nadar. De repente miré hacía abajo y vi como una enorme ballena pasaba a tan solo dos metros de nuestros pies, medía unos ocho metros y todo y moverse muy lentamente se desplazaba bastante rápido. Intenté ir en su dirección pero de nuevo las chicas me daban manotazos y estaban más preocupadas por hacerse fotos a ellas mismas que de nadar.
Dos veces volvimos a subir al bote y a saltar pero yo no conseguí ver nada. La tercera vez pasé de mi grupo y empecé a nadar lo más rápido que pude, fui siguiendo al resto de gente, pero yo no veía nada, iba sumergiéndome de vez en cuando para ver si podía vislumbrar a la ballena por algún lado pero con el mar revuelto no veía nada y no paraba de entrarme agua en las gafas. En ese momento empezó a faltarme el aire y note que por poco me desmayo, me sentí totalmente agotado. Miré a mi alrededor y mi barco estaba lejísimos. Fue entonces cuando recordé que llevaba más de 24 horas sin dormir y que no había desayunado ni tampoco cenado la noche anterior, no tenía energía. Volví a mirar a mi alrededor pero no veía ninguna ballena ni pez así que me saqué las gafas, la aletas y descanse unos minutos haciendo el muerto, después empecé a nadar lentamente hasta mi bote.
Estaba cansado y cabreado, en parte por no ver nada y en parte conmigo mismo por ser tan despistado. Las dos siguientes incursiones me quedé en el barco recobrando el aliento. Pero en la última volví a saltar, esta vez solo con el guía. Fui siguiéndole y pronto vi como la ballena pasaba por debajo nuestro, comencé a bucear y a seguirla durante varios minutos llegando a verla muy de cerca. Tenía la boca abierta, engullendo el agua que se filtra a través de sus gigantescas branquias, con varios peces más pequeños siguiéndola de cerca. Su descomunal cuerpo moteado parecía inmóvil, pero apenas era capaz de nadar a su velocidad. Cuando caí en la cuenta intenté hacerle fotos y filmar algún vídeo pero el agua estaba algo revuelta y la visibilidad no era muy buena así que ninguna de las imágenes le hacen justicia.
Yo había escogido ir a Donsol porque allí las ballenas se van a alimentar de forma natural, y por lo que vi nadie las molesta, todo y que también he escuchado historias de más de diez barcos repletos de turistas nadando a su alrededor en temporada alta, cosa que me alegro de no haber vivido. Pero el otro lugar en el que se pueden ver a los tiburones ballena en Filipinas es en Oslob en Cebu, cosa que no recomiendo, ya que allí no respetan las leyes, los alimentan de forma artificial y los acorralan con los barcos para que los turistas se hagan fotos e incluso los toquen. Hay mucha información sobre el tema en internet pero aquí os dejo un link donde lo explican muy claramente en inglés.
La experiencia no fue tan idílica como me imaginaba, no había sacado ninguna buena foto y estaba agotado, pero os aseguro que fui todo el viaje de vuelta con una sonrisa de oreja a oreja, desde luego había sido una experiencia única que siempre recordaré.
Cuando llegué a la playa comí algo y me eché unas risas con la mujer que me había intentado timar y es que al final en Filipinas todo acaba siendo de buen rollo. De vuelta ya en el hotel me di cuenta de que era un verdadero resort con un jardín con palmeras, a primera línea de playa y con una piscina espectacular que no había visto por la mañana. Así que pasé el resto del día bañándome, leyendo, tomando el sol y relajándome, lo que vienen siendo unas vacaciones normales, pero que no había hecho aún en este viaje.
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