Ayutthaya

Llegar a Ayuthaya fue un soplo de aire fresco. Por fin dejamos atrás la ciudad y el ruido para dar paso a un pequeño pueblo de casas bajas que todo y ser uno de los destinos más visitados desde Bangkok y pertenecer al Patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 1991, apenas esta explotado turísticamente, más allá de la calle repleta de hostales y un par de restaurantes y bares.

Ayutthaya fue la capital del reino de Siam desde 1350 y es considerada la segunda capital histórica de la cultura Tailandesa, después de Sukothai. Su nombre proviene de Ayodhya, el lugar en el que nació el dios hindú Rama según el libro Ramayana y el nombre completo era Phra Nakhon Si Ayutthaya, ciudad sagrada de Ayutthaya.

Hasta que fuera conquistada y devastada por los birmanos en 1735, Ayutthaya gozó de una gran prosperidad, siendo uno de los puertos comerciales más importantes de Asia, con mercaderes y embajadores de todo el mundo. A finales del s.XVII incluso se decía que Londres no era más que una aldea comparada con Ayutthaya.

Todo y que hoy en día tan solo quedan sus ruinas, es fácil hacerse una idea de lo grande y rica que llegó fue algún día esta ciudad. Además en Ayutthaya pueden encontrarse algunas de las imágenes más famosas de Tailandia como el Gran buda reclinado de 42 m de largo o la insólitas cabeza de buda entrelazada en las raíces de un árbol en el Wat Mahathat.

Nosotros pasamos un par de días muy tranquilos, paseando en bici por el parque histórico,recorriendo los alrededores en barca. Quizás no es tan impresionante como otros yacimientos históricos pero los pocos edificios que quedan en pie son de una belleza indudable, si venís alguna vez a Tailandia, os recomendamos que os acerqueis. Por nuestra experiencia lo mejor es ir en tren, porque las agencias de Khao San nos ofrecían viajar por 5-6 € como mínimo, mientras que yendo por nuestra cuenta en tren llegamos a Ayutthaya por el equivalente a 30 céntimos de euro para 1 hora y media de viaje.