Después de Bali tenía planeado ir a las islas Gili de Lombok, pero al ser temporada alta estaba todo absolutamente lleno, tanto que mucha gente había tenido que pasar la noche durmiendo en la playa al no encontrar alojamiento, por no decir que los precios estaban por las nubes y por lo que comentaban, las islas se habían degradado mucho y ya no eran el paraíso que fueron hace unos años. Al menos eso quiero pensar para consolarme pero, lo que estaba claro es que yo no quería quedarme sin mis últimos días de playa del verano y aunque mi segunda opción era ir al sur de Lombok, estaba demasiado lejos considerando que después tendría que rehacer mi camino para ir a Java, así que finalmente me fui a la pequeña isla de Nusa Lembongan, donde se suponía estaban las mejores playas de Bali.
En Lembongan el agua es transparente y de un turquesa intenso, muy bonito, pero las playas en si o son de rocas en las que no te puedes bañar debido a las fuertes corrientes o son de arena blanca pero demasiado pequeñas y atestadas de barcos como para bañarte plácidamente.
Bali seguía sin ser el destino playero perfecto, pero aún y así me bastó. Estuve en un hotel a pie de playa y encima con piscina, alquilé una moto para ir de cala en cala y en definitiva pase unos días de total relax que me fueron de maravilla para coger fuerzas antes de enfrentarme lo que vendría a continuación...
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